sábado, 22 de enero de 2011

La Debilidad Institucional y la Revolución


 


Los problemas de la gestión pública en nuestro país y en América Latina tienen larga data y han impedido el desarrollo estructural y sostenido en los niveles políticos, económicos y sociales.


Evidentemente, los problemas son internos y externos que derivan en la gestión tardía de las instituciones públicas.


En este sentido, es necesario señalar que cada país cuenta con estructuras diferentes cuyas raíces de los problemas, aun  cuando pueden generalizarse, suelen ser muy específicas.


Las causas internas son los principales problemas en las instituciones venezolanas. En nuestro caso, el caso venezolano, los problemas predominantemente emanan de lo interno, son de carácter endógeno, principalmente por la deficiencia de los servidores o funcionarios públicos (en todos los niveles de decisión y niveles operativos) que sin generalizar, podemos decir, que son los que construyen o destruyen las instituciones, derivando en graves problemas estructurales en una gestión pública que es:




  1. Reactiva, porque sólo reacciona ante la inminencia de una situación, actúa de forma compulsiva ante los problemas, profundiza y propone muy poco.

  2. Rígida e inflexible a pesar de su debilidad, lo cual pudiese ser contradictorio, no lo es, pues la resistencia a repensar la estructura institucional ha acareado fuertes problemas que terminan en “dejar de hacer”.  Por otra parte,  la debilidad en sus servidores públicos (en todos sus niveles), que en muchos casos se convierte en un círculo vicioso de insatisfacción-ineficiencia.

  3. Débil, en los mecanismos de planificación, seguimiento y rendición de cuentas, producto de patrones ideológicos, donde la planificación no se valora y mucho menos se da cuentas sobre el accionar y sobre la continuidad de los objetivos. Por otra parte, la cultura de “papel aguanta todo” ha jugado en detrimento de la planificación y el seguimiento y control de las acciones en nuestras instituciones.



Hoy, es necesario revisar el modelo  de “institucionalidad”, por cuanto los órganos del Estado deben responder a un proyecto nacional emergente, a fin de reformular consensos normativos a lo interno de la gestión pública, que permita evolucionar positivamente los procesos y finalmente coadyuvar a revertir el proceso de crisis institucional que a traviesan varios países latinoamericanos.


En tal sentido, el papel del PSUV y los militantes en las instituciones es crucial para lograr implosionar las viejas estructuras burocratistas, esto es viable con la formación de servidores públicos convertidos en cuadros técnico-políticos, capaces de entender la maraña administrativa y combatir políticas y prácticas contrarevolucionarias.


MS



La Debilidad Institucional y la Revolución


 


Los problemas de la gestión pública en nuestro país y en América Latina tienen larga data y han impedido el desarrollo estructural y sostenido en los niveles políticos, económicos y sociales.


Evidentemente, los problemas son internos y externos que derivan en la gestión tardía de las instituciones públicas.


En este sentido, es necesario señalar que cada país cuenta con estructuras diferentes cuyas raíces de los problemas, aun  cuando pueden generalizarse, suelen ser muy específicas.


Las causas internas son los principales problemas en las instituciones venezolanas. En nuestro caso, el caso venezolano, los problemas predominantemente emanan de lo interno, son de carácter endógeno, principalmente por la deficiencia de los servidores o funcionarios públicos (en todos los niveles de decisión y niveles operativos) que sin generalizar, podemos decir, que son los que construyen o destruyen las instituciones, derivando en graves problemas estructurales en una gestión pública que es:




  1. Reactiva, porque sólo reacciona ante la inminencia de una situación, actúa de forma compulsiva ante los problemas, profundiza y propone muy poco.

  2. Rígida e inflexible a pesar de su debilidad, lo cual pudiese ser contradictorio, no lo es, pues la resistencia a repensar la estructura institucional ha acareado fuertes problemas que terminan en “dejar de hacer”.  Por otra parte,  la debilidad en sus servidores públicos (en todos sus niveles), que en muchos casos se convierte en un círculo vicioso de insatisfacción-ineficiencia.

  3. Débil, en los mecanismos de planificación, seguimiento y rendición de cuentas, producto de patrones ideológicos, donde la planificación no se valora y mucho menos se da cuentas sobre el accionar y sobre la continuidad de los objetivos. Por otra parte, la cultura de “papel aguanta todo” ha jugado en detrimento de la planificación y el seguimiento y control de las acciones en nuestras instituciones.



Hoy, es necesario revisar el modelo  de “institucionalidad”, por cuanto los órganos del Estado deben responder a un proyecto nacional emergente, a fin de reformular consensos normativos a lo interno de la gestión pública, que permita evolucionar positivamente los procesos y finalmente coadyuvar a revertir el proceso de crisis institucional que a traviesan varios países latinoamericanos.


En tal sentido, el papel del PSUV y los militantes en las instituciones es crucial para lograr implosionar las viejas estructuras burocratistas, esto es viable con la formación de servidores públicos convertidos en cuadros técnico-políticos, capaces de entender la maraña administrativa y combatir políticas y prácticas contrarevolucionarias.


MS