miércoles, 1 de abril de 2009

En peligro el escupitajo de la peya

El miércoles veinticinco de marzo leía en la página treinta y ocho del diario "El Tiempo" que, en la Escuela Bolivariana Neptalí Valera Hurtado de Sabana Libre se realizó el festival Cantaclaro, leía con interés para conocer a los participantes y a los ganadores, entre otros, la de la Escuela Bolivariana Eduardo Blanco, la niña, Carla Parra Pérez quien ganó en narración con el título de "La primera vez que comí chimó" título que me llamó la atención, rememorando tantas cosas en la imaginación de lo que esa narración diría porque me acordé también y quizás muchos se acordarán de la primera vez que comimos chimó; felicito a todos los organizadores y participantes de ese festival Cantaclaro y les recomendaría que publicaran esa nota "La primera vez que comí chimó" de la niña Carla Parra Pérez. Irónicamente o como coincidencia, ese mismo día y en el mismo diario "El Tiempo" pero en la página cuarenta y cuatro, anunciaba que El Ministerio del Poder Popular para la Salud pone la lupa en las ventas de chimó. Después de leer como dos veces ese artículo, estoy de acuerdo con algunas cosas que allí dicen, por ejemplo de prohibir la venta de chimó en los centros educativos, especialmente en los preescolares, pero creo que nadie va a vender o ha vendido nunca chimó en esos centros de preescolar, escolar, técnico, superior o de cualquier otra naturaleza, como dice el artículo, les digo, quien usa chimó no lo come, lo escupe, por eso el que escupe chimó lo compra en los centros comerciales, mas no en las cantinas escolares, cines, auditorios, teatros, museos, bibliotecas, instalaciones deportivas, como también dice el artículo; solamente mi hermano Martín en Boconó come chimó, él no lo escupe, se lo traga. El artículo prohíbe la venta y consumo de chimó en todos los lugares nombrados y en muchos otros, pero también prohíbe la publicidad en vallas, carteles, murales, en televisión, cines, teatros, parques, zoológicos, otros, también prohíbe la distribución gratuita, mostrarlo o cualquier otro objeto que estimule al consumo como caramelos, prendas, así mismo sancionarán con prisión a quienes vendan chimo a niños o adolescentes. Así entendí yo lo que quisieron decir los investigadores que se reunieron en el hotel Alba en El Primer Taller Regulatorio del Chimó. Por eso amigos andinos, amigos trujillanos, paisanos de Boconó, muchachos de El Monte, de Miquinoco en La Quebrada y todos sus alrededores, amigos caroreños de Lara y de todos los otros estados, de todos esos lugares donde por tradición, por costumbre y por vicio, como le van hacer para echarse una peya a la boca y lanzar el escupitajo, no van a poder escupir chimó en la grama de la plaza, en la avenida, quizás puedan hacerlo a escondidas en los caminos de tierra, en los barbechos, en el surco que deja el arado, quizás en contrabando se podrá escupir chimó porque si leemos el artículo de la página cuarenta y cuatro del diario "El Tiempo" se darán cuenta de tal prohibición. El escupir chimó es una costumbre que existe de tiempos inmemorables, mis bisabuelos, mis abuelos, mi padre, mi madre, mis tíos, mis primos, mis hermanos, yo mismo y muchas familias enteras por generaciones hemos escupido chimó, así como prefectos, alcaldes, policías, uno que otro ha escupido chimó, algún ministro, directores de organismos privados o gubernamentales, muchachas hermosas, maestros, estudiantes, médicos; en las décadas del sesenta y setenta, no sé ahora, en la oficina donde sacábamos la cédula en Boconó la mayoría de los empleados tenían un pote debajo de su escritorio para escupir chimó, claro que debe ser perjudicial pero no tanto como el cigarrillo, el alcohol y las drogas. Si acaban con el chimó tendrán que acabar con güisqui, con el ron, con la cerveza, con la champaña, con el vino, con el cigarrillo, todo esto a veces es utilizado para bautizar libros, agasajos, inauguraciones, para festejar cualquier reunión desde la más humilde hasta aquellas de las grandes esferas públicas y gubernamentales; quien escupe chimó, sabe escupirlo, casi ni se le nota, pero el que bebe miche de cualquier clase no lo puede ocultar y se le nota. Cualquier cosa puede causar una enfermedad, exponerse al sol, mojarse con resfriado o gripe, beber refrescos, fumar cigarrillos, beber alcohol en exceso, el agua contaminada, un tetero en mal estado, las drogas y quien sabe que más, pero, no conozco ni he oído que alguien se haya enfermado o haya muerto por escupir chimó, si eso ha pasado, perdónenme pero no lo sabía.


Fuente: "Diario el Tiempo" Ramiro Durán

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